jueves, 31 de enero de 2013

La labor "pacificadora" de Perón

La división de la sociedad argentina, iniciada por el peronismo, resulta ser esencialmente una división ética, antes que social o económica. Para la gente decente resulta totalmente inaceptable que alguien incite a la violencia de la manera en que lo hizo Perón, mientras que el peronista encuentra, por alguna razón psicológica difícil de explicar, cierta identificación con el líder, de ahí la división que el kirchnerismo, en forma bastante similar, trata de mantener vigente. A continuación se menciona parte de los mensajes y directivas de Perón a sus seguidores:

“El día que se lancen a colgar, yo estaré del lado de los que cuelgan” (2-8-46)

“Entregaré unos metros de piola a cada descamisado y veremos quien cuelga a quien” (13-8-46)

“A mí me van a matar peleando” (13-8-46)

“Con un fusil o con un cuchillo, a matar al que se encuentre” (24-6-47)

“Esa paz tengo que imponerla yo a la fuerza” (23-8-47)

“Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores” (8-9-47)

“Vamos a salir a la calle de una sola vez para que no vuelvan nunca más ellos ni los hijos de ellos” (8-6-51)

“Distribuiremos alambre de enfardar para colgar a nuestros enemigos” (31-8-51)

“Para el caso de un atentado al presidente de la Nación….hay que contestar con miles de atentados” (Plan político Año 1952)

“Se lo deja cesante y se lo exonera…por la simple causa de ser un hombre que no comparte las ideas del gobierno; eso es suficiente” (3era. Conferencia de Gobernadores, pág. 177)

“Vamos a tener que volver a la época de andar con alambre de fardo en el bolsillo” (16-4-53, horas antes del incendio de la Casa del Pueblo, la Casa Radical, la sede del Partido Demócrata Nacional y el Jockey Club)

“Leña…leña….Eso de la leña que ustedes aconsejan, ¿por qué no empiezan ustedes a darla?” (16-4-53)

“Hay que buscar a esos agentes y donde se encuentren colgarlos de un árbol” (16-4-53)

“Compañeros: cuando haya que quemar, voy a salir yo a la cabeza de ustedes a quemar. Pero entonces, si eso fuera necesario, la historia recordará la más grande hoguera que haya encendido la humanidad hasta nuestros días. Los que creen que nos cansaremos se equivocan. Nosotros tenemos cuerda para cien años” (7-5-53)

“A unos se los conduce con la persuasión y el ejemplo; a otros con la policía”

“Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden contra las autoridades….puede ser muerto por cualquier argentino. Esta conducta que ha de seguir todo peronista no solamente va dirigida contra los que ejecutan, sino también contra los que conspiren o inciten” (31-8-55)

“Y cuando uno de los nuestros caigan, caerán cinco de ellos” (31-8-55)

“Que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta que no los hayamos aniquilado y aplastado” (31-8-55)

“Nuestra nación necesita paz y tranquilidad….y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no a palos” (31-8-55)

“Veremos si con esta demostración nuestros adversarios y nuestros enemigos comprenden. Si no lo hacen, ¡pobres de ellos!” (31-8-55)

“Yo pido al pueblo que sea él también un custodio del orden. Si cree que lo puede hacer, que tome las medidas más violentas contra los alteradores del orden” (31-8-55)

“¡Al enemigo, ni justicia!” (Memorando para el Dr. Subiza)

“¡Ahh…si yo hubiese previsto lo que iba a pasar…entonces sí: hubiera fusilado al medio millón, o a un millón, si era necesario. Tal vez ahora eso se produzca” (9-5-70)

“Si yo tuviera 50 años menos, no sería incomprensible que anduviera ahora colocando bombas o tomando la justicia por mi propia mano” (30-12-72)

“Los militares son todos unos bestias” (5-2-73)

(Extractos del Diario “La Nación”, Domingo 4 de Marzo de 1973, página 11)

miércoles, 30 de enero de 2013

Nadie hizo más que Perón

La patria: Silenció el culto de todos los héroes y próceres. Reemplazo el Himno Nacional por la marcha partidaria y quiso hacer lo mismo con el escudo argentino. En idéntica sustitución, también suprimió las marchas patrióticas. Resto toda importancia a la celebración del 25 de Mayo y menospreció el 9 de Julio convirtiéndolo en el “Día de la Independencia Económica”. Hizo quemar la enseña nacional. Impuso su nombre y el de su segunda esposa a provincias, partidos, ciudades, pueblos, barrios, calles, plazas, estaciones, buques, aviones, institutos, congresos, etc.

La familia: Obligó a usar en las escuelas primarias libros de lectura con su efigie y la de la segunda mujer en todas las páginas, acompañadas de textos donde se exaltaba a ambos como únicos “próceres”. Reemplazó por su nombre y el de ella las palabras “papá” y “mamá”. Cuando murió su madre, no concurrió al sepelio, enviando un telegrama y haciéndose representar por un edecán, mientras paseaba en yate por los riachos de Tigre. Creó el odio entre padres e hijos y hermanos, destruyendo a millares de familias argentinas. Fomentó la delación en todas sus formas y la recompensó. Antepuso la incondicionalidad partidaria a todo sentimiento y aun a la unión del hogar, al que dividió en “réprobos” y “elegidos”. Explotó a su propia mujer viva y después de muerta, sometiendo su cadáver embalsamado al grotesco cortejo de los serviles. Hasta ella antes de morir, lo repudió; dijo a un grupo de sindicalistas: “Cuídense de este miserable”.

La religión: Quiso entronizar en los altares su efigie y la de su mujer. Reemplazó el crucifijo por el retrato de ambos en los hospitales, colegios, institutos, entidades, etc. Proclamó a su partido como “única religión nacional”. Sustituyó el Día de la Inmaculada Concepción por el “Día del campeón” (Pascual Pérez). Decretó el 18 de octubre como “San Perón”. Hizo sancionar la ley de la Prostitución. Persiguió, encarceló, vejó y/o expulsó a centenares de sacerdotes y obispos. Ordenó quemar y profanar, con apoyo policial, numerosos templos de la ciudad de Buenos Aires. En el mismo “operativo” quedó totalmente destruida la Curia Metropolitana. Fue excomulgado por el Papa.

La verdad: Aseguró haber tenido éxito con la fusión nuclear, gracias a las investigaciones de Ronald Richter, despilfarrando millones en autopublicidad y poniéndonos en ridículo ante el mundo. Dijo: “No tengo otra ambición que la de servir a los trabajadores, por eso nunca seré presidente”. Dijo: “Aunque me lo pidan a titulo de sacrificio personal, jamás aceptaré mi reelección”. Cuando era presidente dijo: “Yo vivo modestamente con trescientos pesos mensuales”; una vez que huyó, afirmó cínicamente que “podía pasar el resto de su vida comiendo billetes de mil todos los días”.

La honestidad: Fue procesado por haber cometido el delito de estupro contar una niña de 14 años. Corrompió instituciones fundamentales de la Republica comprando voluntades con órdenes para adquirir automotores “a precios de lista”; sus favoritos recibieron centenares y negociaron la mayor parte de ellas. Cubrió a su segunda mujer de joyas cuya evaluación actual es de muchos millones de pesos. No obstante su declamada pobreza, colocó millones de dólares a interés en cuentas del exterior, particularmente en Suiza y los EEUU. Para satisfacer su propio ego, obligó a deportistas, científicos, técnicos y artistas a dedicarle públicamente sus triunfos. Los que no se sometieron tuvieron que retirarse o emigrar.

La ley: Modificó arbitraria y fraudulentamente la Constitución Nacional para posibilitar su reelección. Ganó las elecciones haciendo fraude preelectoral, monopolizando para su partido todos los medios de comunicación, coaccionando y amenazando a través de sus personeros a todos los agentes públicos, modificando maliciosamente las inscripciones electorales, trasladando en trenes y camiones grandes cantidades de votantes de un lugar a otro de la República. Hizo fraude durante y después del comicio. No depuro los padrones y empleó elementos pagados haciéndolos votar varias veces con una misma libreta, adulteró las cifras del escrutinio. Implantó la afiliación obligatoria al “partido único” como requisito indispensable para poder trabajar. Decretó el luto obligatorio por la muerte de su segunda esposa. Impuso la concurrencia forzosa a todos los actos partidarios. Rotuló a sus adversarios políticos como “la canalla opositora” y los encarceló, vejó y torturó. Intimidó a grandes sectores de la ciudadanía, quemando la Casa Radical, la Casa del Pueblo, la sede del Partido Demócrata Nacional y el Jockey Club. Sometió absolutamente al Poder Judicial y a todos los fueros de Justicia. Llegó al extremo de decir: “El gobierno y el Estado me pertenecen a mí, como funcionario. Yo actúo sobre ellos, los gobierno, los manejo, los mando”. Decretó el “estado de guerra interno” permanente y utilizó a su arbitrio la Ley de Residencia. Proclamó a su programa partidario como “Doctrina Nacional” e hizo titular a su segunda mujer como “Jefa Espiritual de la Nación”. Cuando fue derrocado, le estaban levantando un monumento con fondos recaudados mediante descuentos obligatorios.

El Ejército: Postergó o no permitió el ascenso de los jefes y oficiales que se habían manifestado abiertamente contrarios a su régimen. Trató de corromper la moral de los jefes con órdenes de compra de automotores, misiones al exterior y otorgándoles la “medalla militar peronista”. Sometió a las instituciones armadas, como a la civilidad, a un régimen de delación y servilismo. Quiso reemplazar al Ejército por bandas armadas (“milicias populares”).

La libertad de prensa: En 1946 clausuró “La Vanguardia” (órgano oficial del Partido Socialista), “Cascabel”, “Antinazi”, etc. Luego, “La Nueva Provincia”, “El Intransigente”, etc. En 1950, la Comisión Visca cerró en un solo día más de cien publicaciones. Posteriormente se apropió de “La Prensa”. Dado su discrecional manejo de las cuotas de papel, el diario “La Nación” –único no adicto- quedó reducido a dos hojas.

La enseñanza: Suprimió la autonomía universitaria y cerró todas las Academias Nacionales. Manejó las universidades desde la Casa de Gobierno. Reemplazó la materia “Instrucción Cívica” por una presunta “Cultura Ciudadana”, conformada a su programa partidario deformante. Persiguió y dejó cesantes a los profesores democráticos y encumbró a sus incondicionales. Destruyó virtualmente el magisterio al mantener congelados los sueldos por nueve años, quedando la docencia circunscripta al sexo femenino. Negó la historia, quiso cambiar el pasado y deformó la realidad espiritual y cultural de su tiempo, pretendiendo adecuarla sus objetivos. Impuso la lectura obligatoria de “La Razón de mi vida”, atribuido a su segunda esposa, pero escrito por un extranjero a sueldo. Convirtió en una burla el precepto constitucional que consagra la libertad de enseñar y aprender (“Alpargatas, sí. Libros, no”, “Haga Patria, mate un estudiante”, eran los estribillos habituales de las manifestaciones peronistas).

La libertad individual: Instituyó la “medalla de la lealtad peronista” para premiar la delación y la obsecuencia. Creó los “Jefes de Manzana” del partido, especie de GESTAPO permanente de cada barrio en cada ciudad. Creó las Unidades Básicas, verdaderas células de penetración, acción psicológica, delación organizada, reparto de prebendas y en caso necesario, mecanismo de “persuasión” dentro de cada vecindario. Hizo que la simple denuncia de cualquiera justificara la privación ilegal de la libertad o la expulsión del empleo. Suprimió el recurso de “habeas corpus”, la tradicional garantía contra las restricciones ilegales de la libertad corporal de las personas. Recluyó a los presos políticos y gremiales junto con los delincuentes comunes y asesinos. A mujeres no adictas, las hizo rapar para marcarlas y las sometió a malos tratos y vejaciones, fichándolas como prostitutas. Durante su régimen las torturas, los vejámenes, algunos asesinatos y la picana eléctrica fueron los métodos habituales de “persuasión” política.

Lo social: Con su política totalitaria desalentó el trabajo en el interior del país y provocó el éxodo rural a las ciudades. Proliferaron así centenares de “villas miserias”. Provocó la necesidad del doble empleo para poder sobrevivir. Sometió a los sindicatos en una central única y dictatorial que fue su “partido paralelo” y a la vez su “fuerza de choque”. Copió la “carta del lavoro” fascista, implantándola como régimen laboral argentino. Politizó a los gremios al punto de que para poder trabajar era imprescindible ser afiliado a su partido único y adicto incondicional de su régimen. Desposeyó a los sindicatos utilizando sus fondos en su provecho personal y en el de sus allegados. Vació las cajas de jubilaciones incautándose sus reservas que sustituyó por bonos incobrables. Inauguró la entrega obligatoria de sueldos y jornales. Inventó los descuentos por planilla y otras formas de despojo actualmente en vigor.

La vivienda: La inflación que él mismo causó le obligó a congelar los alquileres mediante ley totalitaria, desalentando la construcción de viviendas para alquiler. Su política en esa materia produjo una crisis habitacional sin precedentes en la historia del país. Infligió gravísimo daño a la industria de la construcción provocando una contracción económica que afectó a centenares de gremios afines y aumentó la desocupación. Despojó de su legítima renta a los pequeños propietarios que vieron así diluirse el fruto de sus ahorros al legalizarse el atropello al libre usufructo de la propiedad privada. En materia de vivienda produjo al país un atraso de más de medio siglo.

Los servicios públicos: Con el pretexto de nacionalizarlos, compró y destruyó a los ferrocarriles, transformando sus servicios en una verdadera vergüenza nacional. Anuló la eficiencia de todos los servicios públicos: Teléfonos, Correo, Telégrafos, Energía Eléctrica, Obras Sanitarias, Asistencia Hospitalaria, Transportes, etc. Mantuvo virtualmente paralizada la red vial nacional. En nueve años no logró terminar ni 5.000 km de caminos.

Lo económico: Desató una espiral inflacionaria en progresión geométrica cuyas consecuencias dificultaron la recuperación nacional. Aniquiló el ahorro y ahuyentó la inversión. Convirtió al Banco Central en una simple oficina de la casa de Gobierno produciendo sucesivas emisiones incontroladas hasta empapelar al país. En nueve años el ingreso promedio de los argentinos creció sólo un 11%.

El dirigismo: Firmó un contrato leonino con la “California” y otros grupos –que se jactaba de combatir- en detrimento de la soberanía nacional. Con su política confiscatoria llevó a la crisis al campo fomentando un inexistente antagonismo agro-industrial. Expropió establecimientos agrarios en plena producción para provecho de la camarilla gobernante. Fue responsable de la merma de nuestras cosechas de trigo, maíz, avena, cebada, lino, etc. Dilapidó las reservas de nuestro stock ganadero sacrificando vientres y animales jóvenes y después de ocupar el primer lugar en el mundo, fuimos desplazados por nuestros antiguos compradores, llegando a tener que importar semilla de lino. De primera potencia triguera mundial, descendimos a comer pan de harina oscura. Creó un monstruo económico: el IAPI, corrupto organismo que negociaba irregularmente y con sentido político. Todos los artículos de primera necesidad para el consumo familiar tuvieron que ser racionados. Los argentinos conocimos las “colas” para el kerosene, el vino, la leche, el azúcar, la papa, los huevos, etc. Para recuperar el stock ganadero que había destruido, quiso obligarnos a comer pescado y gastó millones para hacer propaganda exaltando los beneficios de esta alimentación.

La deuda y las reservas: Dijo que cuando llegó al poder había una deuda externa de 3.500 millones de dólares, por la que pagaban 500 millones anuales de amortización e intereses. Según las memorias del Banco Central, a principios de 1946 la deuda pública no superaba los 250 millones de dólares y sus servicios no alcanzaban a 40 millones de dólares. Afirmó que en 1946 no teníamos reservas financieras y que antes de su derrocamiento, teníamos 1.600 millones “cash” en mano. Según las memorias del Banco Central, a fines de 1945 teníamos 1.200 millones de dólares en oro y 460 millones de dólares en divisas; y a fines de 1955 sólo quedaban 370 millones de dólares en oro y 110 millones en divisas. Subió al gobierno con una deuda pública de 230 millones de dólares y su administración la elevo a 757 millones de dólares, o sea más del triple en sólo nueve años.

La posición argentina: Logró el unánime desprestigio de nuestro país en el mundo civilizado. Inventó los convenios bilaterales de trueque para disimular el descalabro de nuestro comercio exterior. Hizo perder a la Argentina su privilegiada posición de liderazgo espiritual y material en Latinoamérica. Perturbó de continuo las tradicionales relaciones de amistad con casi todos los países del Continente, llegando inclusive a crear conflictos inexistentes para distraer la atención de la ciudadanía con respecto a la dramática gravedad de la situación interna en todos los órdenes. Convirtió a las embajadas extranjeras en el refugio obligado de sus compatriotas perseguidos que debieron asilarse huyendo de su régimen de terror.

Agravios internacionales: Consecuente con sus simpatías fascistas, facilitó el ingreso al país de criminales de guerra. A este respecto se ha difundido últimamente que negoció la protección que les brindaba por dólares (Eichmann, entre otros muchos jerarcas nazis y más de 7.000 pasaportes en blanco, que cobró a pesos de oro).

Las bases ideológicas: Fue el gran impulsor del nazi-fascismo, sistema del cual hizo la pública apología. Dijo: “Elegí cumplir mi misión desde Italia porque allí se estaba produciendo un ensayo de nuevo socialismo”. Consecuente con su vocación antidemocrática, cuando el Eje fue derrotado, puso sus miras en el totalitarismo rojo. Dijo: “La Revolución rusa había ejercido una notable influencia, pero llegó a Occidente transformada”. En la década de los 70, alentó el terrorismo desarrollado por la guerrilla marxista.